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Tener un hijo varón es conseguir un príncipe azul eterno

Muchas mujeres sueñan desde que son muy pequeñas con encontrar a su príncipe azul. Lo que nunca imaginaron es que el destino puede de un día para el otro premiarlas con el mejor regalo de la vida: el soñado príncipe de cuento de hadas se materializa nada más ni nada menos que en un hijo varón.

Ese bebé llega sin un zapato de cristal para demostrarles a esas enamoradas madres que se equivocaron en su desesperada espera, pues el verdadero amor de su vida irrumpe para cambiar la concepción que las mujeres tienen sobre el amor a primera vista.

De esta manera, quien tenga un hijo varón entenderá que estas madres se convertirán en el primer amor de sus pequeños, en un ideal a seguir y un claro ejemplo de vida. De ese modo, es posible inferir que los niños mantienen un vínculo único y especial con su mamá.

Miradas tiernas, los más bonitos besos colmados de un cariño incomparable, suaves caricias y sanadores abrazos, además de aquella primera flor entregada a una damisela son los detalles que enmarcan esta relación sagrada signada a fuerza de un amor tan puro, profundo y real como incondicional.

UN HIJO VARÓN ES UN REY SIN CORONA

Con la llegada del hijo varón entiendes que el hombre de tu vida ha llegado para alojarse en el corazón por toda la eternidad. Sin embargo, no encontrarás al rey de todos tus palacios en un castillo durante un baile concurrido y luciendo un vestido descomunal.

Aunque espera por ti dentro de tu propio vientre, la primera cita tiene lugar en una fría sala de hospital y te encuentra vistiendo un camisón con motivos infantiles. Por su parte, él se presenta paradójicamente tan estruendoso como parsimonioso y sin traje de sastrería, sino desnudo.

Como madre de un hijo varón, aun sin saberlo ni imaginarlo, te encuentras nada menos que dando vida al “novio perfecto”, sentando las bases de cómo debe tratarse a una dama y ser un caballero. Tu pequeño algún día será un hombre, entonces forja en tu príncipe azul valores como respeto, honestidad, cariño y lealtad.

No pudiste actuar como una “lady” en ese primer encuentro con tu príncipe azul. Se te cayeron los papeles con solo vislumbrar en tu niño el futuro y la vida misma, por lo que no pudiste contener el llanto y romper en una catarata de besos y ‘apretujones’.

Sin hacer uso de esas costosas fragancias masculinas, trajo nada más que su natural e impagable olor a vida y le bastó para enamorar a su reina.
Tener un hijo varón es dar vida al hombrecillo más perfecto y amado, aquel que puede quitarte el aliento e incluso el sueño, pero de un modo particular e impensado.

TODO LO QUE UN HIJO VARÓN TIENE PARA DARLE A SU MADRE

Un hijo varón es capaz de prender la mecha de la risa y cosechar sonrisas por doquier poniendo así color a los días grises donde el humor es fúnebre. Ese rey sin corona tiene la capacidad de disipar cualquier enojo con una sola mueca o monería y, por qué no, de contagiar el llanto.

Se trata de un príncipe azul que otorga a una mujer el título más bonito que pueda alcanzar, aquel que solo se dicta en la universidad de la vida: “mamá“. Este pequeñito perteneciente a la corona de nuestro corazón ostenta el don de llenarnos el alma con su sola presencia.

Si tienes la fortuna de traer a este mundo un hijo varón comprenderás que se trata de un ser dispuesto a desvivirse y derretirse por su madre. Un te amo susurrado con voz tierna, la complicidad detrás de la interpretación de una mirada compinche, el abrazo que junta tus partes rotas durante una siesta. Eso es, a grandes rasgos, tener un hijo varón.

Es mucho más lo que puede darte ese príncipe azul único y especial que llega a teñir tu vida de celeste luego de la cita a ciegas más esperada de tu existencia. El reinado de una aventura encerrada dentro de la coraza del ser más importante de tus días, una caja de Pandora que no deja de sorprender.

EXPLORAR NUEVOS MUNDOS DE LA MANO DE TU HIJO, EL REY DE LA CASA

Lo curioso cuando educas un hijo varón es que raramente podrás recurrir a tu memoria para remontarte a tu infancia. Su estructura emocional difiere por completo de la mujer. Por lo que esta experiencia consistente en la crianza del príncipe azul de tu cuento sin brujas ni hadas, implica un aprendizaje por partida doble.

Lejos están tus muñecas, juegos de té y vestidos de princesas. Aquí solo hay lugar para el alboroto y la acción en forma de autos embarrados, pelotas y alguna arma ficticia. Puede que algo se repita: la hiperactividad, imaginación e inocencia infantil.

Sociables y simpáticos por definición, dueños de personalidades arrolladoras, monigotes risueños, ‘tarzanes’ de plazas barriales; así cualquier nene puede convertirse en un profundo sentido por el que luchar y vivir cada minuto de la vida como si fuera el último.

Un “te amo” que arregla cualquier falta, un mimo que cura cualquier dolencia del corazón y un “por favor mami” infranqueable, alcanzan y sobran para ganar por goleada este partido de la vida disputado nada más ni nada menos que con mamá.

Con él encontrarás ese ansiado príncipe que te obligará a despertar cada mañana para jugar en el piso, moldear masa y mirar películas. Tener un hijo varón es descubrir un amor capaz de generar una unión sin precedentes, devenida en una de las fuerzas motrices más efectivas e inexplicables.